miércoles, 30 de mayo de 2007

Salón de Clases

Desperté en un salón de clases, era de mañana, estaba vacío, yo estaba crudo... también vacío. Traté de recordar lo que había sucedido. Siempre es igual, no hay recuerdo de mis vagabundeos. Mejor era el pizarrón para expresar cómo me encontraba, gis borroneado. Las lineas de el día anterior se habían difuminado, seguro había una colección de personas en las que mi aventura había quedado fragmentada. El dueño del bar, o el dealer, la lluvia, las llantas rechinando en la calle y el cabrón que manejaba el carro que casi me atropeya, el perro al que le menté la madre después; estos son sólo suposiciones.

A decir verdad no hay nada que me pueda extrañar de despertar aquí, no se por qué, no sabría decirlo con certeza. Quizás sea la sensación del gis en las manos.

Salgo del salón y todo vuelve a la normalidad.

domingo, 27 de mayo de 2007

Bienviniendo

¿Cómo bienvenir en un blog? ¿Significa esto cómo llegar bien a un blog, o cómo hacer que alguien sea acogido por él? Creo que no hay mucho que decir; las entradas se enciman una sobre otra como en una casacada. Cascadas de palabras(,) sobre todo el internet. ¿Una introducción, un prólogo a un blog? La primera entrada siempre es la última en ser leida, así no se puede bienvenir, sería como meter a alguien a tu casa por la chimenea. Es más facil que salga, ya sólo en forma de humo. Sólo seres imaginarios, en eso si coincide la metáfora. Nadie escribe este blog: tan sólo bits y bytes provenientes de un servidor en quién-sabe-donde-America... tal vez Europa. ¿Más allá existen los blogs? Nadie aquí los lee, supongo, no somos tan globales como pensamos. Todos habitamos el mismo servidor.

Volviendo al tema: ¿Cómo bienvenir? Al parecer cada entrada tendría que ser una nueva bienvenida, una esperanza, un tratar bien al "cliente", ¿dónde más, si no es en este mundo capitalista, donde hasta la expresión personal tiene un precio? Una bienvenida en cada "entrada". Si, eso es una entrada, y sin un más adentro. Una entrada, donde dos supuestos seres conviven y coexiste. Adentro no hay nada, una fábrica de producción de información, barata y sin sentido cómo ésta. ¿A quién en verdad le interesa una reflexión sobre el blog? ¿Sigues ahí?, consumiendo información. ¿Todavía no te aburres de leer, o es que no te puedes levantar de tu silla?, ¿Tu download no ha terminado aún?, el mío tampoco.

Pero sigueme diciendo si quieres, lo que quieras, digo, y si no quieres calla: Estamos aquí para escribir, para entretener y pensar que esto de algún extraño modo es cultura. Somos los bits y bytes en tu pantalla y nada, corrientes electricas en tu cerebro, somos tu. Somos uno en el internet: inter-entes: interhentes.

En el Colash del intenet, y con ello te damos la bienvenida. Ja, que cheesy: somos buenos capitalistas, pero ¡qué chingaos!1

¿Llegaste al final?, ¿tienes ya tu coca-cola en mano? Felicidades.

sábado, 19 de mayo de 2007

radio-grafía

Di vueltas en círculos afuera la de la sala de espera. Temía ver lo que había en mi interior, sabía que tragarme un ratón no había sido una buena idea, sobretodo cuando uno apuesta por el número de rasguños que dejé en su bajada, tuve 5, y gané: ¡Un vino de tetrapack! Me lo bebí de inmediato con la esperanza de adormecer al ratón, quien todavía se sentía un poco confuso en aquel lugar. Tenía miedo de que se me acercara un gato, creo que tienen buen olfato, seguro la peste que el vino de tetrapack había dejado en mi boca, no era suficiente para disimular el olor del animal que ahora habitaba mi estómago.

No es por presumir, pero parecía haberse adaptado perfectamente a aquel lugar, me sentía por fin, hecho a la medida de algo, me acariciaba lentamente y me daba masaje en donde podía, creo que se sentía alegre de estar ahí y haber recibido un vino de bienvenida que seguramente le había sentado de maravilla.

Entonces desperté...
en realidad no sucedió así, desearía que fuera una broma. El doctor llegó con las radiografías, el ratón, o su esqueleto yacía tranquilamente, victima del sueño, inducido por un exceso de alcohol. El doctor decía que no había muerto todavía, que podía sobrevivir perfectamente.

Me senté a escribir una oda a aquel ratón y salí del hospital en busca de otro buen vino de tetrapack para celebrar.