miércoles, 11 de julio de 2007

las sesiones del piso 23

Se encontraba en el piso 23, miraba por la ventana la ciudad que detestaba y por primera vez en aquel lugar que también odiaba, le gustó aquello que veía. La vista era tranquilizadora, las nubes lo cubrían todo y la luz del sol disminuía un poco. Los edificios parecían mezclarse con aquel fondo nublado. Era mejor que lo que le esperaba en ese consultorio.

Él se encontraba esperando. Entró el doctor casualmente, cosas como él las atendía diariamente. La revisión transcurrió mientras él cerraba los ojos, cada uno lo hacía a su manera. Se dieron la mano cuando entró el doctor.

Antes de llegar al piso 23 entró a aquel edificio moderno y seguro. Cuando menos atestado de seguridad. Dio s us datos. Le permitieron subir por el elevador express, no sintió que se moviera. Pero el exterior de la ciudad le afirmaba que estaba más arriba desde haber sido acreditado por los miembros de seguridad. Eso despertó en él el apretón de manos.

Le entró el pánico por unos instantes corrió por los pasillos de aquel edificio, se perdió por algunos momentos, cuando encontró un elevador, lo tomó.

Lo llevaron a un cuarto obscuro y apuntaron un haz de luz directo a su ojo durante algunos minutos. No se requirió de él ningún tipo de acción.

Unos golpes con un martillito terminaron la sesión. Casi no pronunciaron una sola palabra. Se sentía diferente. Creyó ver por algunos instantes que el paisaje citadino no era más que una ilusión óptica, un proyección en las "ventanas" de aquél edificio. Una ficción de la terapia, es así como la llamaban. Se realizó una nueva cita quince días después.

Le entró el pánico por unos instantes al recordar el porqué de su visita, corrió por los pasillos de aquel edificio, se perdió por algunos momentos, cuando encontró un elevador, lo tomó.

Creyó salir del edificio y creyó ingresar a la ciudad.

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