sábado, 9 de agosto de 2008

Espejo

Vestido de traje en un escenario, o tal vez no, pero me miro ahí, a través de la ventana. Un espejo. ¿Todo ello un espejismo? ¿y el escenario también? Tal vez nunca lo sabré con certeza, pero me parece como si se desgranara toda esta imagen y corriera como la arena de un reloj, y en cada grano me mirara a mi mismo sobre un escenario y vestido de traje. Un pequeño principito imaginario en su mundo granular. Un canto suspendido vibraba en el espejo. Entonces no era un príncipe solitario sino que había dos.

Mire de cerca me parecía que en el me reflejaba bajo la sonrisa de cierta distorsión, yo dije -un espejo, pero con profundidad, cierta profundidad, una profundidad breve que me diferencía del reflejo- especulaba. Y el espejo me sonreía y especulaba frente a mi.

Ciertamente veía más allá de mi, hacia constelaciones secretas ocultas bajo una capa enredada en estrellas que se abisman en un océano profundo. Ciego miro en mi escenario que se balancea flotante sobre mi mano. Ciego me miro en otros cientos de miles de escenarios en cientos de miles de partículas arenosas.

Se distorsiona un poco la imagen del espejo y ya no soy yo pues no percibo esa distorsión en mi. El espejo se tuerce en forma de ese y se extiende a la vez hacía todos los posible lugares a los que se podría extender.

Me miro mirándome en un espejo y finalmente llego a la realización de que en realidad yo soy el espejo donde se mira la figura del espejo.

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