miércoles, 7 de mayo de 2008

mi computadora ha descubierto mis tendencias exhibicionistas antes que yo.


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internet =
id machine

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una charla poética

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es también, sin duda, la intangibilidad tangible de un cuerpo propio sin carne pero siempre de alguno como algún otro.

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Postergar un poco, en este momento y escribir:

------- "Animación suspendida de los deseos"

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Pero me dice que no me vaya, y yo ni siquiera se quién me habla, ni a dónde he de irme.  La mirada de sus ojos es a veces evasiva, coqueta, despreocupada o amorosa, incluso, siempre es todas a la vez.  Por eso permanezco escuchandola atentamente mientras me describe los lugares a los que podría ir.  Ahora quiere que me vaya, que siga aquellos ojos.  ¿O será más bien ese mi querer, y sus palabras mutan en mis oídos?, ¿dice lo que quiere decir?  ¿Y que quiero escuchar, sino que no me vaya y que me vaya?

Y permanecí ahí, mirando sus ojos en la pantalla.

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Para el efecto yelmo basta con que una visera sea posibley que se aproveche. Incluso cuando está alzada, de hecho su posibilidad continúa significando que alguien, bajo la armadura, puede, a salvo, ver sin ser visto o sin ser identificado. Aunque esté levantada, la visera, recurso y estructura disponible, resulta sólida y estable como la armadura, la armadura que cubre el cuerpo de pies a cabeza, la armadura de la que la visera forma parte y a la que está sujeta. Es eso lo que distingue una visera de la máscara con la que, no obstante, comparte ese poder incomparable, quizá la enseña suprema del poder: poder ver sin ser visto. El efecto yelmo no queda suspendido cuando la visera esta alzada. 

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Sólo que entonces su potencia, es decir, su posibilidad, se hace notar de manera más intensamente dramática.  No lo habría notado si no fuera desde éste ángulo.

Eran cómo gritos, porque no eran gritos, permanecía silencioso, pero su demanda de atención era intensa y concentrada, casí no se ven cosas como aquella.  Produce una sensación de horror y de atracción, obscenidad pura.  El tabú de la mirada, ahi donde no ha de ser visto lo que es.  Aquello que visto como generalmente se ve pasa casi desapercibido, como lo normal, pero que fuera de contexto retoma un poder sumamente extraño, cómo ya lo dije, obsceno.

Con esto, espero sea suficiente para que te lo imagines.

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Pero esperamos que no se muestre ni la cara, ni la mirada.  Y se libere así la fantasía (encuentro con el fantasma que traemos dentro).

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Nada sería peor, para el trabajo del duelo, que la confusión o la duda: es preciso saber quién está enterrado y dónde -y es preciso (saber..., asegurarse de) que, en lo que queda de él, él queda ahí¡Que se quede ahí y no se mueva ya!

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Pero de lo que nos decimos, nada queda siempre.  Es la condición.  Hablar como el agua, ¡y hablar del agua!  Estar ahí recostados rememorando o viendo, como rayos de luz seda y sabanas sobre el pasto. ¡oh imagenes...! el lado oscuro, por la noche, las imagenes nocturnas, tu lo sabes.  Y así se esfuma todo, conjurando la neblina, fresca y humeda, nocturna.  París XIX.  Y en los sueños sabemos lo que sigue...

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¿Es posible decir sin decir?

Es posible decir sin decir.

Es posible decir más de lo que se dice, llegando hasta el punto de la misma contradicción, y en ello contamos como nuestro último refugio: la trampa misma de nuestro lenguaje, el escape (emergency exit re(a)d) de nosotros mismos, de la fuente que mana pura al símbolo estable aparentemente incorruptible.

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¿Qué es seguir a un fantasma? ¿Y si eso nos llevara a ser seguidos por él, siempre; a ser perseguidos quizás en la misma caza que queremos darle?

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Ay, that incestuous, that adulterate beast,
With witchcraft of his wit, with traitorous gifts,
O wicked wit and gifts, that have the power
So to seduce!  won to t his shameful lust,
The will of my most seeming-virtuous queen

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Como sea estar aquí es postergar el momento en el que nada siempre queda.

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